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8 de agosto de 2012

Drácula y la vuelta al pasado: nuestro inconsciente reside en los Cárpatos


¿Qué tendrán los vampiros que tanta atracción provocan? ¿Qué habrá en Transilvania para que Jonathan Harker viaje atraído por un imán? La novela de Bram Stoker, posteriormente llevada al cine con numerosas reinterpretaciones, enfrenta a dos mundos entre los que hay, sin embargo, un vínculo. Nos referimos a la Inglaterra de la modernidad y los Cárpatos transilvanos, dos espacios muy distintos y, a la vez, unidos. Pero, ¿en qué se basa ese lazo? ¿Cómo lo vemos representado en el cine?

 
El castillo del conde en la película de Francis Ford Coppola
No me extenderé en explicar la historia del vampiro, por entender que es de sobra conocida y porque prefiero analizar el papel de los espacios (en este caso Inglaterra y los Cárpatos) en relación con nuestros más profundos instintos reprimidos, es decir, con aquello que empuja a Jonathan a las profundidades del castillo del conde. Esta idea subyace tanto en la novela como en las diferentes representaciones del vampiro en la gran pantalla, luego es fácil encontrarla porque forma parte de la esencia de la historia.

En Drácula de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992), Jonathan emprende un viaje en tren por las montañas rumanas. Vemos el cielo rojo, símbolo de sangre, y unos ojos que miran desde arriba. El personaje es así observado, no está libre, sino atrapado bajo la atenta mirada de alguien o algo. Esos ojos actúan de foco de atracción y, aunque él no los ve, interiormente los siente.


De esa manera, sabemos que hay algo que le ata a ese lugar al que se dirige. Los ojos actúan de lazo (así como, después, lo hará la foto de su amada Mina) y nos dicen que Jonathan no viaja a un lugar tan desconocido como pudiera parecer, sino, muy al contrario, viaje al origen de todos sus instintos reprimidos. Es por eso por lo que acaba en brazos de las súbditas de Drácula, tres vampiras tremendamente seductoras que lo atrapan sin que él pueda oponerse, símbolo de la represión sexual de la sociedad victoriana de la que Jonathan procede.


Vemos así la oposición entre esos dos mundos que comentaba al principio. Por un lado, el espacio de la modernidad, la ciudad, los avances científicos… y por otro, el mundo rural, de aspecto medieval, lleno de supersticiones y miedos. La luz, la energía, se opone a la oscuridad, las sombras, la naturaleza. Y la lógica de la razón, los médicos, los ilustrados, contrasta con la irracionalidad de los habitantes de Transilvania que se defienden con ajos y huyen aterrorizados antes de acercarse al temible castillo, lleno de leyendas.

En Nosferatu (F. W. Murnau, 1922), el protagonista llega a una taberna transilvana y cuando dice que viene al castillo de Drácula, todos enmudecen. Le entregan un libro donde habla de la leyenda de Nosferatu, el no-muerto, pero él no hace caso. Sin embargo, su camino hasta el castillo está lleno de intermitencias extrañas. El cochero tiene una cara familiar (después veremos que es el propio Drácula), todo parece estar al revés y hay una gran inquietud que pone nerviosos a los caballos. Para poner en escena este desvarío, la imagen se invierte como si fuera un negativo y se acelera cuando Jonathan (Hutter, en este film) sube con la diligencia al castillo.

Imagen invertida del bosque transilvano en Nosferatu
Por otro lado, está la representación del propio personaje del vampiro. En ambos films vemos un ser extravagante, lleno de desajustes. Recordamos esas sombras que no van con él, ese castillo lleno de arcos góticos, puertas macizas que se abren y cierran solas, un comedor a oscuras, un mobiliario anclado en el pasado… Es decir, alguien que no es de este mundo, pero que sigue en él: un no-muerto. Y la constatación de este descubrimiento hace que Jonathan se vuelva loco, porque de repente, algo que debía estar muerto, ha revivido, algo que tenía que parecer oculto, se ha manifestado.

En estos términos se expresaba Freud cuando quería explicar el concepto de lo siniestro. Drácula es una de esas historias que permiten al espectador gozar (o no) con el despertar de nuestro subconsciente. El viaje de Jonathan a los Cárpatos desde Inglaterra es el viaje hacia el pasado, la sin razón, puesto que la cultura y la modernidad de la que goza en Inglaterra suponen lo contrario a los instintos más primarios del hombre, esos que la sociedad ha ido arrinconando a medida que ha crecido el dominio de la razón. Y es la tierra de Transilvania, de origen medieval, el marco ideal para representar esos instintos primigenios que residen en cada uno de nosotros.

En el castillo de Drácula con el mapa de Londres al fondo: fusión de los dos espacios
Pero no hay que preocuparse, dejémonos llevar por lo siniestro a través del cine, ya que precisamente el cine, con sus luces y sombras, es una máquina moderna capaz de trasladarnos al pasado, a la fantasía, a la imaginación… y atraparnos igual que nos atrapa Drácula con su mirada hipnotizadora. Ya entiende Coppola este vínculo en su film, cuando muestra la fascinación de la sociedad inglesa por la llegada del cine.

Os dejo uno de los momentos míticos de Drácula, de Bram Stoker, mi escena preferida. Observad el diálogo. Mina le dice al vampiro: “yo te conozco”, es decir, expresa ese vínculo inconsciente puesto que siente que hay algo desconocido que le une a él. Y Drácula le responde: “he cruzado océanos de tiempo para encontrarte”, es decir, viene del pasado pero representa un monstruo (la bestia) que siempre ha estado dentro de ella. El amor nunca muere, rezaba la película de Coppola, ya que si es tan profundo y sangriento siempre permanecerá en nosotros, aunque no seamos conscientes…


Si queréis ver esta escena en versión original con subtítulos, os dejo el link. Gary Oldman está fantástico haciendo de Drácula, su voz y su acento son inigualables, muy trabajados. Gran interpretación.

2 comentarios:

  1. Me alegra que te gusten tanto estas películas, sus relaciones y sus lazos... veremos si dentro de un par de semanas se siguen pareciendo interesantes.

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    1. Tienes que ver la escena de la absenta de la película de Coppola, aquí dejo el link.

      En ella, Mina hace una descripción de Transilvania y dice que significa "la tierra más allá del bosque", es decir, un mundo recóndito y muy, muy escondido... ¿te atreves? ;)

      http://www.youtube.com/watch?v=HzRyBXZCtZw

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