14 de agosto de 2012

El caballero oscuro: la leyenda renace (The Dark Knigth Rises, Christopher Nolan, 2012). Continúa la recaudación


El último film de la trilogía en torno al héroe urbanita por excelencia conocido como Batman continúa recaudando dinero en las salas españolas. Ya no está en el primer puesto, pero un honrado (y suculento) segundo puesto lo mantiene arriba a la espera de nuevos espectadores interesados en el devenir del murciélago más famoso de los cómics.



Los seguidores del personaje es muy probable que ya la hayan disfrutado, pero aquellos que, como es mi caso, simplemente teníamos curiosidad de ver qué había hecho su director, Christopher Nolan, con esta última entrega, aún estamos a tiempo de descubrirla. No sería una pérdida de tiempo, en absoluto, pero aviso de que su largo metraje empaña un trabajo muy bien hecho en cuanto a trama, fotografía y diseño de producción, y su derroche de acción es, en gran medida, excesivo. Posible dolor de cabeza y continuo sonido estridente que parecía que iba a llegar el mismísimo Batman a la sala de cine. Exagerado.

Vayamos por partes. Aparece un personaje malvado como pocos llamado Bane, un mercenario sin escrúpulos que lleva una máscara al estilo de un pitbull o parecido. Abundan las escenas violentas que provocan verdadero pavor, puesto que el personaje refleja de manera auténtica el poder de la violencia y su dominio. Mientras, el millonario Bruce Wayne (Batman) está alejado de la sociedad, a la que ha abandonado tras un largo periodo de tiempo. Evidentemente, reaparecerá para salvarla del nuevo “joker” acompañado, esta vez, de una catwoman con mucho carácter e instinto de supervivencia.


Desde mi punto de vista, el argumento no se aleja del clásico enfrentamiento del bien y el mal, base de las historias de superhéroes. Sin embargo, es de destacar cómo Nolan consigue dirigir un film que acerca tanto la trama como los personajes al mundo actual, con la crisis financiera de trasfondo, y con un marco contextual que bien podría ser Nueva York, Frankfurt o Madrid. Es decir, ciudades con un centro financiero, cuyos ciudadanos se han visto abocados a la perdición por una farsa que ellos no han provocado, pero que han sumido a la ciudad en las tinieblas, en las sombras, en el mal absoluto.

La película tiene algunos diálogos de los que se puede extraer una segunda lectura de esta “guerra”, sin embargo, los últimos minutos (que podrían ser prácticamente una hora) el film se entrega de lleno en la acción y en el despliegue de persecuciones, tiros y lucha que desdibujan este primer planteamiento. No es casual que los asesinos tomen la bolsa de Gotham, origen del mal, ni que el salvador de esta crisis sea un millonario arruinado por las especulaciones que, sin embargo, no teme morir por sus ciudadanos. Es decir, entrega todo lo que tiene (dinero/vida) para crear centros de niños huérfanos que habían perdido su subvención.


Más allá de esta aportación, también es destacable, cómo no, el papel de los actores. Gary Oldman, como comisario torturado por la mentira que provocó la destrucción; Michael Cane, con su emotiva entrega hacia el que fue su ahijado; el propio Cristian Bale, que haciendo de Batman ya le tenemos menos miedo; y por encima de todos, Anne Hathaway, la catwoman más engañosa que hayamos visto. Se mueve entre el miedo y la valentía, entre la duda y la determinación, y no deja indiferente a nadie.


Y la fotografía y el diseño de producción me parecen fundamentales. Luces urbanas, oscuridad por contrastes y tonos de fuego, inundan los planos, donde cuando aparece Batman en su moto o la catwoman con su sigiloso andar, todo parece que trascurre una noche cualquiera en una gran ciudad. La sensación de realismo acerca a la actualidad un personaje de cómic para llevarlo a luchar por un mundo mejor y renovado, limpio ya de corruptos, pero también de tiranos que puedan aprovecharlo. Y evitar así el caos del dominio ciudadano (no vaya a ser que de verdad decidan ellos, añado).

En fin, no podía acabar de otra forma, estamos hablando de un superhéroe americano, pero, no obstante, si le restáramos minutos y derroche de acción, tendríamos un film redondo, pero parece que quiera señalar continuamente la cantidad de dólares que se habrán gastado y el gran trabajo de producción que lleva detrás. Innecesario y pesado.


Me quedo con una frase (aunque hay varias interesantes): Bane, el asesino, toma la bolsa y uno de los broker le dice: “Esto es la bolsa, aquí no hay dinero que robar”, a lo que el asesino le responde “Entonces, ¿por qué estáis aquí?”. Lúcido y real, como la vida misma.

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