11 de septiembre de 2012

Sólo es el principio: filosofía para niños (C’est n’est qu'un début, Jean-Pierre Pozzi, Pierre Baorugier, 2010) Estreno: 07/09/2012


“¿Crees que los adultos son más inteligentes que los niños?” “No”, responde Yanis “porque siempre dicen ‘No sabes nada, no sabes nada’, y sí que sabemos cosas”. Y vaya si saben cosas, tantas que te abruman, te sorprenden y te maravillan con sus respuestas espontáneas y, algunas, meditadas.



Y es que el interés creciente por los temas educativos en Francia nos regala una nueva película documental, heredera de La clase, con la que reflexionar sobre la importancia de la educación de nuestros peques. A la luz de una vela, la profesora inicia sus sesiones de filosofía con niños de 4 a 5 años y les deja hablar y responder a preguntas sobre la vida, la muerte, el amor o la libertad.

Tenemos ante nosotros un ejercicio fílmico que pretende que el espectador atienda con calma las contestaciones de estos niños, que poco a poco, y para nuestra sorpresa, van aprendiendo a expresarse, a pensar y a plasmar ese pensamiento en palabras, en dibujos, con sus padres en casa… hasta llegar a la bonita conclusión de que la filosofía les ayuda a ser mejores personas por el simple hecho de que piensan antes de actuar y de que se hacen ellos mismos preguntas, sin necesidad de que nadie se las plantee.


El film deja que los diálogos sean completamente naturales. No hay voz en off y sólo se escucha el sonido ambiente (ruido de sillas, mesas, gritos en el recreo, se percibe el frío, el calor…), de manera que el espectador se adentra junto con los niños en esa aventura y extrae después sus conclusiones. 

Para poner en escena el paso del tiempo (la película se desarrolla a lo largo de dos cursos escolares), se alternan momentos en los que se informa, por radio o televisión, de acontecimientos políticos, económicos o sociales en Francia que nos acercan al fantasma de la crisis que puede dejar desamparados a los colegios. Una forma muy visual de plasmarlo, la encontramos en el plano de un andén de estación viejo y gris, donde sólo un par de personas esperan un tren que nunca llega, símbolo de la desesperanza ante la falta de recursos para la educación.


Por otro lado, a medida que avanza el film, se perfilan mejor los personajes y se da protagonismo a algunos de los niños, que desde el principio ya demuestran su entrega y su capacidad de reflexión. Acompañamos a Louise, Kyria, Abdheramene o Yanis en su periplo hacia la madurez, para descubrir que tenemos mucho que aprender de ellos y mucho que ofrecerles todavía.
 
La película adolece, también es cierto, de cierta fuerza narrativa, se echa de menos una mayor presencia de los padres, su relación con ellos, quizá, o con el colegio, pero tal vez sea para priorizar las conversaciones de las sesiones de filosofía.


Documento único por su limitada distribución, se trata de un aconsejable ejercicio de aprendizaje para los adultos. Si queréis ver las miradas tiernas de Kyria, el carácter explicativo y explosivo de Louise o la sonrisa picaruela de Yanis, no os perdáis esta joyita: es un balón de oxígeno para los que creemos en la educación, pues da suficientes argumentos para seguir defendiéndola. Interesante para todos los públicos.

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