La Nueva Ola rumana nos
trae a nuestras pantallas la última muestra de su buen cine. El movimiento
cinematográfico, impulsado por un puñado de cineastas, ha sabido abrirse hueco
en festivales y salas de proyección, con películas sinceras y un lenguaje neorrealista
que deja al espectador con la boca abierta.
La máxima expresión de ese cine la encontramos en la multipremiada 4 meses, 3 semanas, 2 días, de Cristian Mungiu, que ganó la Palma de Oro en
Cannes en 2007. El movimiento, a grandes rasgos, se caracteriza por tener
cierto posicionamiento social y político y acercarse a la Rumanía
post-comunista, desde una mirada
realista y auténtica, a golpe de cámara.
Sin artificios visuales y con un guión bien cosido, ahora podemos ver Martes, después de Navidad, que ganó el
festival Internacional de Cine de Gijón en 2010. La película de Radu Muntean no te deja indiferente y te arrastra con
suavidad hacia las contradicciones de la realidad misma, y, a diferencia de
otros films del movimiento rumano, se acerca a las familias acomodadas,
(compran ropa en tiendas de Desigual,
esquían en Austria…) donde lo que importa ahora son los sentimientos, y no la reflexión política.
La historia que nos cuenta es de las más antiguas. Se trata de un
triángulo amoroso, en el cual Paul, casado y con una hija, se enamora de
Raluca, una joven dentista que desea que abandone a su familia después de
Navidad. La película transcurre en esos días previos a la Nochebuena en los que
Paul ha de tomar las decisiones más importantes de su vida, que pasan por
abandonar a su familia y marcharse con Raluca. Pero la decisión no será fácil y en esa indeterminación se mueve el personaje hasta que llegue el
último día y sepamos qué piensa hacer.
La gran aportación del film es tratar
de sumergir al espectador en la cotidianidad de estos personajes. Los
decorados son sus auténticos hogares, el sonido ambiente lo envuelve todo, oímos
su respiración, el ruido de los muebles, un juguete que pita, una maquinilla
que corta el pelo… Y su director opta por planos-secuencia largos y contenidos,
en el que vemos los acontecimientos como realmente nos pasarían a cualquiera de
nosotros. El efecto es inmediato, la identificación plena, siempre desde una mirada
distanciada, fría, pero metida de lleno en la problemática de Paul.
Los detalles en los actos de los personajes son fundamentales. La vida
de Paul con su mujer y su hija está llena de orden y confianza. Mientras
hablan, actúan como pareja que son, con una larga vida de hechos compartidos.
Maravillosa la escena en la que le corta el pelo, la que preparan los regalos
de Navidad con una meticulosidad aplastante, o la de la discusión, donde todo
ese orden se desmorona. Por el contrario, la vida con Raluca, la amante, no
está definida, cada vez que hablan, algo cambia, se modifica, nada ocurre como
está previsto y es una relación que está instalada en el caos. Perfecto trabajo en los detalles aparentemente
insignificantes, pero cargados de efecto.
Para ahondar más en su técnica, destacaría también el uso del fuera de
campo en muchas secuencias, donde la cámara se fija en el rostro de Paul,
mientras en otro lado de la habitación están ocurriendo cosas y él sigue
atrapado en sus pensamientos.
Sin embargo, la película es tan austera
que por momentos piensas que no va a llegar a ofrecerte nada más. Adolece de
magia, especialmente al principio, donde al espectador le cuesta más centrarse
y engancharse a lo que está viendo. A pesar de eso, con el transcurso de los
minutos, todo acaba encajando como las
piezas de un puzzle y llegado el final, el espectador entiende todo el
proceso.
Para aquellos que les guste el cine sin efectos y cercano a la
realidad, una buena propuesta es Martes,
después de Navidad, un relato relajado, en apariencia, pero con un drama
intenso y narrado desde la cercanía del día a día. Las cosas pasan así, sin más
y eso es lo que persigue su director que, sin duda alguna, lo consigue. Interesante
film.
Web en España: http://www.piramide-films.com/martes-navidad.html




Como la vida misma,con su rutina,en ocasiones su monotonia y los sentimientos de los personajes,de una forma pausada,natural sin sobresaltos pero donde los mismos tienen que tomar decisiones difíciles que cambiarán la vida de todos los protagonistas .Radu Muntean lo describe fenomenal ayudado por el ambiente navideño que siempre acerca a la nostalgia.
ResponderEliminarGracias por tu aportación, Patricio! La nostalgia de la Navidad, como bien dices, añade un ingrediente más a la melancolía del momento. Un enorme contraste, también. ¿No te impresionó el final? cuando cantan villancicos...
ResponderEliminarLa escena es muy emotiva porque hay unos sentimientos contrapuestos:los relativos a la familia,la añoranza,la tradición y la nueva vida con la incertidumbre que eso le produce y al mismo tiempo el deseo y la ansiedad.Creo que el director consigue que el espectador .se identifique con los sentimientos del personaje
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