27 de septiembre de 2012

Martes, después de Navidad: el conflicto instalado en la cotidianidad. (Marti, dupa Craciun, Radu Muntean, 2010) Estreno: 21/09/2012



La Nueva Ola rumana nos trae a nuestras pantallas la última muestra de su buen cine. El movimiento cinematográfico, impulsado por un puñado de cineastas, ha sabido abrirse hueco en festivales y salas de proyección, con películas sinceras y un lenguaje neorrealista que deja al espectador con la boca abierta.

La máxima expresión de ese cine la encontramos en la multipremiada  4 meses, 3 semanas, 2 días, de Cristian Mungiu, que ganó la Palma de Oro en Cannes en 2007. El movimiento, a grandes rasgos, se caracteriza por tener cierto posicionamiento social y político y acercarse a la Rumanía post-comunista, desde una mirada realista y auténtica, a golpe de cámara.


Sin artificios visuales y con un guión bien cosido, ahora podemos ver Martes, después de Navidad, que ganó el festival Internacional de Cine de Gijón en 2010. La película de Radu Muntean no te deja indiferente y te arrastra con suavidad hacia las contradicciones de la realidad misma, y, a diferencia de otros films del movimiento rumano, se acerca a las familias acomodadas, (compran ropa en tiendas de Desigual, esquían en Austria…) donde lo que importa ahora son los sentimientos, y no la reflexión política.

La historia que nos cuenta es de las más antiguas. Se trata de un triángulo amoroso, en el cual Paul, casado y con una hija, se enamora de Raluca, una joven dentista que desea que abandone a su familia después de Navidad. La película transcurre en esos días previos a la Nochebuena en los que Paul ha de tomar las decisiones más importantes de su vida, que pasan por abandonar a su familia y marcharse con Raluca. Pero la decisión no será fácil y en esa indeterminación se mueve el personaje hasta que llegue el último día y sepamos qué piensa hacer.


La gran aportación del film es tratar de sumergir al espectador en la cotidianidad de estos personajes. Los decorados son sus auténticos hogares, el sonido ambiente lo envuelve todo, oímos su respiración, el ruido de los muebles, un juguete que pita, una maquinilla que corta el pelo… Y su director opta por planos-secuencia largos y contenidos, en el que vemos los acontecimientos como realmente nos pasarían a cualquiera de nosotros. El efecto es inmediato, la identificación plena, siempre desde una mirada distanciada, fría, pero metida de lleno en la problemática de Paul.


Los detalles en los actos de los personajes son fundamentales. La vida de Paul con su mujer y su hija está llena de orden y confianza. Mientras hablan, actúan como pareja que son, con una larga vida de hechos compartidos. Maravillosa la escena en la que le corta el pelo, la que preparan los regalos de Navidad con una meticulosidad aplastante, o la de la discusión, donde todo ese orden se desmorona. Por el contrario, la vida con Raluca, la amante, no está definida, cada vez que hablan, algo cambia, se modifica, nada ocurre como está previsto y es una relación que está instalada en el caos. Perfecto trabajo en los detalles aparentemente insignificantes, pero cargados de efecto.

Para ahondar más en su técnica, destacaría también el uso del fuera de campo en muchas secuencias, donde la cámara se fija en el rostro de Paul, mientras en otro lado de la habitación están ocurriendo cosas y él sigue atrapado en sus pensamientos.


Sin embargo, la película es tan austera que por momentos piensas que no va a llegar a ofrecerte nada más. Adolece de magia, especialmente al principio, donde al espectador le cuesta más centrarse y engancharse a lo que está viendo. A pesar de eso, con el transcurso de los minutos, todo acaba encajando como las piezas de un puzzle y llegado el final, el espectador entiende todo el proceso.

Para aquellos que les guste el cine sin efectos y cercano a la realidad, una buena propuesta es Martes, después de Navidad, un relato relajado, en apariencia, pero con un drama intenso y narrado desde la cercanía del día a día. Las cosas pasan así, sin más y eso es lo que persigue su director que, sin duda alguna, lo consigue. Interesante film.


3 comentarios:

  1. Como la vida misma,con su rutina,en ocasiones su monotonia y los sentimientos de los personajes,de una forma pausada,natural sin sobresaltos pero donde los mismos tienen que tomar decisiones difíciles que cambiarán la vida de todos los protagonistas .Radu Muntean lo describe fenomenal ayudado por el ambiente navideño que siempre acerca a la nostalgia.

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  2. Gracias por tu aportación, Patricio! La nostalgia de la Navidad, como bien dices, añade un ingrediente más a la melancolía del momento. Un enorme contraste, también. ¿No te impresionó el final? cuando cantan villancicos...

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    1. La escena es muy emotiva porque hay unos sentimientos contrapuestos:los relativos a la familia,la añoranza,la tradición y la nueva vida con la incertidumbre que eso le produce y al mismo tiempo el deseo y la ansiedad.Creo que el director consigue que el espectador .se identifique con los sentimientos del personaje

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