29 de mayo de 2012

Historias de Filadelfia: de diosa a mujer. Aspectos clave de la comedia romántica (The Philadelphia Story, George Cukor, 1940)


Este jueves 31 de mayo, Televisión Española emite en su ciclo de clásicos Historias de Filadelfia, película mítica en el género de las comedias románticas que merece la pena revisar de vez en cuando. 

Su importancia, a mi juicio, radica en ser un film elegante, sofisticado y representativo del star-system de la época, con unos actores deslumbrantes y con decorados, música y fotografía de estudio. Un film agradable de ver, de disfrutar y de embelesar al espectador a cada momento, y con unos diálogos con chispa, mordaces y sin respiro que te mantiene atento a cada secuencia.



Por otro lado, quisiera destacar los aspectos más característicos de comedia romántica que podemos entrever en el film, teniendo en cuenta que el género en sí mismo estaba viviendo su mejor momento. Como podréis observar, muchos de esos aspectos son comunes a las películas de pareja que tanto conocemos, de hoy y de siempre, por lo que vale la pena reconocerle a Historias de Filadelfia y a su director, George Cukor, su aportación al género.

La película se desarrolla a lo largo de 24 horas, una jornada en la que se celebrará la boda de la rica Tracy Lord (Katherine Hepburn) con un hombre igualmente rico pero aburrido y simplón. Al evento, acude un periodista (James Stewart) que descubre que el futuro marido de Tracy no es el adecuado. Asimismo, el ex-marido de Tracy, Dexter (Cary Grant) también intenta recuperarla, lo que desemboca en un lío amoroso a cuatro bandas. 


Comentaré algunos de los rasgos de comedia romántica más destacados del film. Para empezar, el personaje femenino es el que tira del hilo argumental. Se quiere casar con otro hombre radicalmente diferente a Dexter como venganza hacia él. Lo que le sucede a Tracy es que necesita conocerse mejor, dejar de ser una mujer intocable e idealizada por todos los hombres (es hermosa, rica, elegante…) para convertirse en alguien de carne y hueso. Este aspecto es constante en la comedia romántica: la mujer que está inmersa en un proceso de transformación, puesto que es el único camino para volver con su pareja, en este caso, con Dexter. De ahí que siempre haya una separación previa, es decir, un alejamiento o un tercero en discordia, que actúe como contrapunto. 

Por otro lado, en Historias de Filadelfia, además, existe un cuarto personaje: el periodista. Él encarna una profesión liberal, independiente, aventurera y cercana a la calle. Es natural que acabe siendo un foco de atracción para Tracy que ve en él sus propios anhelos de cambio. No por casualidad se emborracha con él y acaban los dos detrás de un arbusto… Cuando vuelven, algo le ha pasado a Tracy, no sabemos exactamente qué, pero intuimos que es básico en su transformación. Este es uno de los momentos más importantes de la película: aquel en el que Tracy aparece en los brazos del periodista, cuando ya ha sucumbido a la naturalidad y podemos decir que se ha vuelto humana.


Habitualmente, en el género de la comedia romántica de aquella época, vemos constantes ataques a los convencionalismos. En esta película es patente esta denuncia, puesto que son las normas sociales lo que atan a Tracy a su estatus y la alejan de lo cotidiano. Ella necesita desembarazarse de esas ataduras, y qué mejor que hacerlo encaminada por un periodista que pertenece a otra clase social. Esa libertad es la que ella necesita para conocerse a sí misma y madurar. 

Para abordar con ironía este ataque, los diálogos son los mejores aliados de este film. Es a través del lenguaje como los personajes se alejan o se separan. Cuando Tracy haya “resucitado” convertida en una mujer nueva, habrán pasado muchas cosas, entre ellas numerosas conversaciones ingeniosas que habrán guiado al personaje hacia su decisión final. 

Es importante también fijarse en los espacios y en la clase social de los personajes. Los convencionalismos residen sobre todo en la clase burguesa, acomodada. Tracy vive en un estado continuo de satisfacción material, sin embargo, no es feliz. Suele ocurrir que en estas comedias, el dinero no es lo importante (porque lo tienen, les sobra), algo necesario si queremos poner el foco en el amor y denunciar restricciones sociales. Ellos solo han de preocuparse por ser felices y, de paso, hacernos felices a nosotros.


Podríamos decir mucho más de este film, de la comedia romántica o de los actores, tan brillantes y tan acertados. Katherine Hepburn y Cary Grant, encarnaron durante un tiempo esa pareja ideal de las comedias del género y representan simbólicamente los personajes tipo que los caracterizan. Dejaremos estos aspectos y otros para más entradas. De momento, disfrutemos de nuevo de esta película y revivamos la comedia romántica norteamericana de los años treinta y cuarenta, aquella que supone la base de un género que, en épocas de Depresión (hoy en día, de crisis, de ahí su revitalización actual) nos regalan una sonrisa a los espectadores.  

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